Como el Sahara al amanecer, tu cuerpo lánguido y bello, muestra apacible y en quietud sus ondulaciones color caramelo, acariciado por un velo de viento fresco, que lo cubre con magia y ensueño… como el Sahara al amanecer.
Como el Sahara al amanecer, tus dunas cobijan muy dentro, en lo profundo de sus entrañas, un espíritu inmenso y salvaje, el espíritu del desierto vestido de arena, el tuyo vestido con piel.
La chispa de la Diosa Madre habita cada granito de arena, como cada lunar de tu cuerpo y cada célula de tu ser. La chispa de la Diosa Madre viaja incesante y contenta, en cada brizna de viento, del Sahara, al amanecer.
Como tu alma y tu temperamento, el espíritu de este desierto, es tierno con sus hijos, los nómadas, implacable con los saqueadores, los descuidados y aquellos que nunca se toman en serio, la vida, el vivir y el crecer.
Como el Sahara es un inmenso refugio de silencio, de amor y placer, una vez que ha cobijado a tu alma, esta le pertenece y no haces más que soñar con volver. Así mismo pasa con tu cuerpo, cuando lo amas al amanecer, una vez que has nadado en sus dunas, olores, sabor y texturas, tu pelo, tu aliento y tu piel, te hace suyo de forma salvaje, hace suyo tu esencia y tu ser.
La dulzura de sus manantiales, te recuerda la vida al nacer, tal como lo hacen tus pechos erguidos, cuando pruebas su leche y su miel.
La comida y todos sus nutrientes, nunca mas lograran sustentar tu existencia, tu vida y tus pasos, cuando tu alma ha aprendido a comer.  Pues comiendo de tu cuerpo divino, el espíritu comienza a entender, que el amor es el banquete del alma y el nutriente que te sustenta, que dejar avanzar sin caer.
Con mis manos, mi boca y mis ojos, tu cuerpo logre devorar, sin saber que al sustento que brinda, mi alma y mi cuerpo de por vida se iban a encadenar.
Como al Sahara al amanecer, yo te amo con entrega infinita, sin barreras ni esquemas humanos, sin reglas ni expectativas, sin manera de poderlo entender.
Soledad, silencio y encuentro, trilogía de todo amanecer, el estado que tu siempre anhelas, el estado que nos dejar crecer.​​​​​​​
Yo se bien que algún día de estos partirás en algún atardecer, sin saber si volverás algún día sin saber si te volveré a ver. Iras tras tu Madre y tu guía, iras tras la esencia de tu ser, no habrá amor ni fuerza que te detenga, hasta que veas de nuevo, el Sahara al amanecer.

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